martes, 26 de abril de 2011

Placa de Domigno F.Vinjoy


4 comentarios:

  1. DOMINGO BINJOY
    CASTROPOL SIGLO XIX
    A la vera de este bronce conmemorativo me permito algunas pinceladas, para enmarcar a la familia, Fernández Vinjoy y Pérez de Trío, en el paisaje y paisanaje de aquel Castropol del XIX. Lo telúrico y lo social, en buena manera, condicionan y forman nuestra personalidad. Los apellidos toponímicos sirven para rastrear nuestras raíces, nuestro humus que metabolizamos y convertimos en nuestro humor. Vinjoy y Trío son dos aldeas del occidente astur, a dos-tres leguas de Castropol monte arriba. La vida en la montaña, sobre todo en siglos pasados, era dura y fría. Hay como una ley de gravedad que encauza el discurrir migratorio hacia el valle fértil, a la ribera rasa. La vida y aledaños de la villa de Castropol, capital del concejo y de su amplio partido judicial, con población escasa, unos setecientos habitantes, era señuelo de urbe para la aldea profunda. La vida aquí giraba alrededor de la administración pública: curiales y alguaciles, algún hidalgo rentista y los menestrales precisos para su servicio doméstico y de aparcería. El perfil urbano y social tenía un cierto empaque que aún hoy no se ha perdido a pesar de flagrantes agresiones. Cela, un siglo más tarde, en su peregrinar del Miño al Bidasoa, recuerda a Ribadeo bostezando, a Vegadeo listo para el servicio, a su paso por Castropol, se topó, en el parque, con una institutriz paseando con una copia de los Fueros de Benavente bajo el brazo. En esta época hay alcaldes emprendedores como Ramón Valledor y Presno, José Amor, Juan Rosendo Acevedo, Joaquín Vior…Bajo su gestión se edifica la Casa Municipal para Ayuntamiento, Juzgado y Cárcel, sobre las ruinas del Castillo Fiel, propiedad de la Mitra; se enciende alumbrado público de gas; se trasforma la alameda del Tablado para ser más tarde el Parque de Alfonso XIII; se habilita embarcadero en la ribera (1854); llega la carretera general de macadán (1882); se abren nuevas calles, Vior, Vijande y, aunque argaye, “arribadía” abajo, la calle del Gremio, para acomodar a sus vecinos, pronto se abre otra calle junto al Pozo del Marqués de Santa Cruz. No había, como ahora, fondos de la Comunidad Europea ni tanta pólvora del rey, para malgastar en caprichosmunicipales. Los de Vinjoy y Trío eran labradores, arrendatarios en Quintalonga, según recoge Chiquirrín, pero el caserío, propiedad, entonces, de “Valledor, solar antiguo y de gran valor”, iniciaba su ocaso, propiciado por su disoluto mayorazgo, José Valledor y Vivero, por Palacio Valdés bien novelado como “El Maestrante”. En todo caso la aparcería, muy lejana de latifundio, rendía, con mucha dificultad, fruto para casero y colono, sobre todo de familia numerosa como eran los Vinjoy. Como tantas otras familias, los Vinjoy hubieron de despedir a sus hijos hacia la emigración. En el menguado zurrón no faltaban valores cristianos adquiridos en Castropol. (Continúa)

    ResponderEliminar
  2. CASTROPOL XIX
    LaParroquia durante prácticamente un siglo, sólo tuvo dos excelentes párrocos Pedro Benito Sierra Pambley (1745-1807) y Juan Antonio Valdés (1812-1852). Los dos realizaron un trabajo encomiable en sostenimiento y equipamiento del templo y no flojearon en catequesis y formación. No quiero saltarme una abundante y multidisciplinar biblioteca que Pambley legó a la parroquia. Pero hay un hecho más definitorio: ambos estuvieron acompañados sucesivamente nada menos que por una treintena de sacerdotes, capellanes, jubilados etc de los cuales más de la mitad eran castropolenses. Esto, sin duda, crea un ambiente de vida cristiana propicio para las vocaciones sacerdotales. Tal semilla no se agostó en la dura juventud de Domingo sino que en ella se acrisoló. No sólo su ordenación sacerdotal en edad madura, a los 36 años, y el perfil más destacado de su ministerio, la entrega a los más pobres, sino las vocaciones, no escasas, que surgieron en Castropol. La agricultura era poco variada con patatas, algo de trigo y centeno y hortaliza temporera. Podemos hacer una mención al maíz, pues a este rincón de nuestra tierra había llegado en primicia, al comenzar el siglo XVII, por medio de Gonzalo Cancio de Casariego. Estaba prácticamente restringida al consumo autóctono familiar La parte inculta ofrecía arboleda de pinos, castaños, escasos robles, y pocos frutales, árgomas y monte bajo para construcción y combustible de hogar. En la ribera del Eo se explotaba algún yacimiento de cal, caolín, arcilla, (caleiros, barreiras), o instalación salinera (salías). No había en aquel Castropol ninguna empresa con rendimiento industrial importante. No eran infrecuentes los molinos, tenerías, telares y herrerías, pero su producción estaba muy restringida a ámbitos familiares y a comercio o trueque muy local. Si acaso, un poco más tarde, ya con Vinjoy lejos de su terruño al cual seguramente nunca más volvió, el lino, la lencería y la madera, especialmente de pino, sal y caolín apuntaban algún mercado exterior, con salidaporvíamarítimadecabotaje. La pesca, a pesar de que en 1648 se había creado la Cofradía de San Roque, nunca llegó a ser industria boyante ni comercio rentable para los villanos, aunque ya algunas ostras se exportaban a Arcachón. Algo así como “llevar hierro a Bilbao”. Quedaba el apostólico oficio de pescadores para pixotos y tapiegos. Algunos hidalgos castropoleiros buscaron otros rumbos, acaso, hacia El Caribe, Filipinas, El Plata o la circunnavegación global, como hizo Fernando Villamil, coetáneo de Vinjoy. Hasta bien entrado el siglo no había ninguna escuela pública en Castropol. Madoz (1845) señala una escuela de primeras letras dividida, por sexo, en dos secciones con 70 niños y 30 niñas, sin duda un nutrido censo, El Alcalde Juan Acevedo, con rango de teniente en el Regimiento de Castropol, herido de guerra, no fue de armas tomar, pero si de espíritu culto para el divino oficio de la música. Logró fundar la Filarmónica Castropol, acaso la primera que existió en el Principado, en la que fue director y maestro. Ello hizo arraigar en la villa la afición y pronto se pobló el pueblo de instrumentos de cuerda, aire y percusión Al comenzar el siglo XX había dos docenas de pianos en la villa. Los melomanos se fueron agrupando en orfeones, tunas, orquestas, rondallas, murgas, bandas y “quirotelvos”… Palabra esta que pasó a ser genérica en el argot musical del oriente gallego y del astur occidente. Acevedo también ejerció como periodista y formó parte la redacción de La Gaceta, primer periódico asturiano nacido en Oviedo (1808) pero que ya en 1810 todo el equipo y con sus máquinas impresoras se instala en Castropol cambiando su cabecera por Correo Militar y Político del Principado. (Continúa)

    ResponderEliminar
  3. CASTROPOL XIX Ya que a educación y cultura enfocamos no conviene pasar por alto una iniciativa y esfuerzo importante, precisamente protagonizado por la familia Valledor. Ramón Valledor Presno y Lamas, hombre culto y activo, Alcalde Mayor de Castropol en 1822 mayorazgo en los tiempos en que los Vinjoy eran sus colonos en Quintalonga se empeña en resucitar un viejo proyecto de cultura superior diseñado un siglo antes por su antepasado Jacinto Valledor y Presno, obispo de Osma en 1723: el Seminario de Educación de Vegadeo que tras la escuela de niños en Presno y latinidad en Plantón. se instaló posteriormente en la Casa de Valledor en Vegadeo con el nombre de “Real Seminario de primera educación del Partido de Castropol” Jugó papel destacado Ramón Fernández Reguero, liberal nacido en Serantes. El claustro docente estaba formado, nada menos, que por una docena maestros de Gramática, Matemáticas, Dibujo, Agricultura, Industria, Economía, Música y Gimnasia. Tendrían a su disposición una biblioteca y una imprenta. Todo ello sin renunciar a cátedras de Filosofía, Química, Botánica, Mineralogía…El Alcalde Mayor era hombre activo y, también, soñador. No está mal, para tiempos recios. Entre otros varios personajes castropolinos coetáneos de Vinjoy podríamos destacar: Marcelino Menéndez Pintado (1823-99), José Ramón Fernández Luanco (1825-1905), y su hermano Claudio, Fernando Villamil (1845-98)… Hay otros personajes y apellidos como Murias, Pasarón, Maymo, Bermúdez, Santiso, Pardo, Canel, Teijero, Gayol, Sanjurjo, Santamarina, Miranda, Cancio, Monteavaro, Vijande… y otros más comunes: Rodríguez, García, González, Sánchez, Pérez, Méndez, Alvarez., pero igualmente interesantes
    La guerra de la Independencia dejó profundas llagas de expolio y muerte.. En los archivos parroquiales recogen abundantes testimonios También dejó ejemplos de heroicidad y patriotismo. Sirva mencionar a Antonío García de Presno. Un castropolense, otro más olvidado en su pueblo, Joaquín Navia Osorio y Miranda VII Marqués de Santa Cruz, de Marcenado (más de un millar libros en su biblioteca) fue la voz más fuerte contra Napoleón. De su peculio sufragó el ejército asturiano que en el Regimiento de Castropol, con 1024 soldados, tuvo la unidad más significativa. Los supervivientes de esta unidad regresan a su terruño en 1815 ahítos de correr mundo y un tanto “afrancesados”, aficionados a la libertad e independencia La Junta Suprema de Asturias había instalado en Castropol la segunda capital del Principado. Aquí se eligieron los representantes de Asturias para las Cortes de Cádiz.
    “La Carlistada”, sin solución de continuidad con “La Francesada”, trajo también convulsiones sociales, que en Galicia tuvieron especial virulencia, no favoreció la calma y el progreso de la zona occidental asturiana. Entre colonos e hidalgos, republicanos y absolutistas, conservadores y liberales, serranos y esparteros, cristinos e isidros, armaron impresionante“carajal”. En Castropol ante “la gloriosa” caída de Isabel II se constituyeron dos Ayuntamientos con grupos de vecinos rivales, bajo los apellidos caseros de “Os Novos” y “Os Veyos”. No me resisto a mencionar un acaecido, entre chusco y trágico, 1843, cuando Domingo tenía 15 años, en el que se refleja la tirantez de la convivencia en la zona. Estaban soliviantadas las milicias nacionales de Castropol contra el regente Espartero. El Gobierno Provincial manda fuerzas para reprimirlos y se produce la batalla del Pico de San Marcos con varias maniobras estratégicas de tropas desplazadas en botes de pasaje entre riberas. Una cañonera fondeada en la ría lanzó alguna andanada “sin causar más que cincuenta reales en pólvora”.

    ResponderEliminar
  4. EPILOGO.
    ¡Ay, gracias a Dios! Después de múltiples y fracasados intentos, he logrado "colgar" (no me gusta la palabra ni el concepto) mis endebles comentarios como marco de la figura del Padre Vinjoy en el Castropol de su época a la que yo mismo estoy contento de poner mi granito de arena. La causa de mi “desespero” es mi ignorancia informática. En primer lugar no sabía que era eso del perfil que me pedían, después venía lo del número palabras, caracteres y espacios, un lío para un autodidacta capitidisminuido, A base de dar a la tecla aquí he llegado. Los datos, por mi mal tratados aparecen como introito del libro, “Vinjoy Vida y Obra” escrito por Regino Chiquirrín Aguilar.
    Esta obra, que se puede adquirir en la Fundación Ría del Eo, podría animar a alguien a escribir la historia más amplia y mejor documentada de la edad moderna de Castropol, “Honor del Suarón”, capital de las “Tierras de Ribadeo” según recordaba, hasta tiempos recientes un ilustre canónigo de la “Sancta Ovetensis” que, en su cabildo ostentaba, el título de Arcediano de Ribadeo. Yo agradezco al autor del libro que me haya hecho descubrir y conocer mejor a mi paisano y hermano sacerdote, Domingo Binjoy y Pérez de Trío y. que, tanto el biógrafo como sus editores, el Patronato de la “Fundación Ría del Eo”, comprometido con Castropol y su historia, me admitan estas notas. FIN

    ResponderEliminar